28 de enero de 2008

POESÍA ERES TÚ

"No digáis que, agotado su tesoro, de asuntos falta, enmudeció la lira: podrá no haber poetas pero siempre habrá poesía" (Gustavo Adolfo Bécquer)


¡Basta ya de poemas! Los versos (mis versos) están acaparando este blog en las últimas semanas y ya estoy con mono de prosa. Y sí, muy bonito todo, pero ya está bien (de momento) de tanta métrica regular y tanta sinalefa. Que se vayan a la porra, por un tiempo, la consonancia de la rima y los hiatos y los diptongos y los triptongos. Dicen que escribir poesía es liberador y te limpia el alma pero, tal como yo lo planteo, resulta agotador. Es como tratar de meter una nube en un tarro de cristal. Uno pequeño, con una tapa de metal; de esos que venden en el supermercado llenos de garbanzos. Imaginaos tratando de cerrarlo manteniendo la nube dentro y que no se escape nada y que no pierda su forma, ni su color, ni su esencia. Si no te vuelves loco, al final consigues cerrarlo de alguna manera y lo colocas encima de la mesa del comedor; o se lo regalas a alguien.

Toma: una nube.
¿Y para qué quiero una nube en un bote de cristal si cuando quiera puedo verlas flotando libres en el cielo?

Y no le faltará razón. La verdadera poesía está en las cosas, no en las palabras. Reducimos la belleza de la vida a unas pocas sílabas. El lenguaje, aunque no lo parezca, es muy pobre comparado con todo lo demás. Explicadme qué es el amor, qué es la tristeza; decidme cómo es un orgasmo, cómo es ver morirse a un hijo; contadme qué es parir, qué es felicidad y qué no lo es; quién somos en realidad por dentro. No cabe nada de eso en cien libros de filosofía.

El lenguaje es escaso pero es la mejor manera que tenemos de expresarnos. Y si, por un lado, banaliza la existencia, por otro te da la opción desde los poemas de elevar el sentido de tu propio idioma. Por eso escribo poesía. Lo que pasa es que me hace sufrir. Y se me clava como un puñal tónico cada sílaba que no me cabe en un verso; y no duermo si lo dejo mal medido. Por eso no soy un poeta. A pesar de lo que digan muchos, si el arte te hace sufrir es que hay algo que no estás haciendo bien. Intuyo lo que es, pero hoy me lo callo. ¡Viva la prosa!

Paradójicamente, lo que no quiero para mí mismo lo quiero para el mundo. Ha ocurrido recientemente un hecho curioso y, según yo valoro, muy positivo. Joaquín Sabina, que hace tiempo que juega a ser una especie de Quevedo posmoderno para alegría de sus fans (entre los que me incluyo), publicó en Interviú un poema apoyando a Zapatero, pidiendo el voto útil en favor del PSOE y dejando de lado al pobre Gaspar Llamazares de su antiguamente defendida Izquierda Unida. Hasta aquí todo normal, muy sabinero (o sabinista). El caso es que Llamazares se ha enfadado mucho por ese gesto, ya que no le sobran los votos al pobre, y ha contestado a Sabina escribiéndole otro poema también en Interviú, adoptando así por momentos el papel de Góngora. ¡Qué maravilla! ¿No os parece?

Estoy convencido de que el mundo sería un lugar mejor si los políticos se escribieran poemas unos a otros en vez de discutirlo todo. Me imagino que en vez de un debate televisado entre Zapatero y Rajoy, publicara el presidente un soneto en El País como crítica al líder del PP y éste contestara con unas coplas de pie quebrado en El Mundo. ¿Os imagináis a Bush escribiendo pareados a Sadam Hussein en vez de bombardear Iraq? La poesía, aunque me haga sufrir, es un gran tesoro porque vuelve bello todo lo que toca. El peor de los poemas está lleno de belleza. Así como nosotros somos bellos en la medida en que existimos. Son bellos cada uno de nuestros momentos: en Glasgow, en Barcelona... ¡Es tan difícil hablar de ellos! Son poesía, son bellos. Así como nosotros. Es una pena que muchas veces nos olvidemos de eso.

21 de enero de 2008

REGALOS DE REYES 3: La Yaya

No puede leer esto que escribo. Hace años que perdió gran parte de la visión y dejó de comprarse el Pronto. Mi hermana le susurró al oído su regalo. Me dijo que lloraron mucho. Tiene 95 años y es la persona más sabia y fuerte que conozco. Me ha enseñado mucho. Duerme donde yo dormía antes y pasa el tiempo recordando. Y yo con ella. Me entiende, me conoce. Me quiere tal y como soy. Me acepta y se acepta aceptándome. Lleva años diciendo que el año que viene su muere. ¡Ojalá no se muera nunca! No puede leer esto que escribo... pero no importa, porque me lee el corazón.



Abuelita del alma querida
de ojos azul ciego cristalinos,
yaya de las piedras del camino
viudo y resbaloso de mi vida.

Me esperabas al salir de la escuela,
con tu sonrisa de octogenaria,
un bocadillo de mortadela
y un puñado de afecciones varias.

Me limpiabas el culo con dulzura,
me cuidabas, ponías la mesa,
cuando perdías la dentadura
no había Parque de la Marquesa.

Mi abuelita, mi copla, mi nana,
mi fandango cojo, mi ventana,
mi caramelo de miel,
mi caracolillo impar, mi hoyuelo
de Kirk Douglas, mis toscos buñuelos,
mi carrusel.

A la muza, muza, en su colina,
charla el loco con Paco Rabal,
le canta errante Antonio Molina
al pánico vidrioso de un zagal.

Puesto que te añoro sin lamento,
pero no te olvido ni un segundo,
sé feliz por mí por el momento,
hasta que me canse de ver mundo.

Mi anciana, mi cama, mi regazo,
mi murciana cañí, mi cepazo,
mi maraca de Machín,
mi aguja enhebrada, mis lentejas,
mi abanico, mi cuento de Calleja,
mi calcetín.

Mi abuelita del alma querida,
mi moraleja, mi vida.

16 de enero de 2008

REGALOS DE REYES 2: El Tete y la Tata

Si miras atrás, no sabes qué hubieras hecho sin ellos. Y no es que haya sido fácil, pues dolía cuando te tiraban de los pelos y tú les arrojabas un coche de juguete a la cabeza; jodía cuando ocupaban el baño, cuando usaban tus cosas; llorabas cuando perdías, cuando te dejaban de lado, cuando te decían aquello que sabían que tanto te ofendía. Era triste competir, difícil compartir, extraño odiarlos. Crecer sin intimidad no era fácil. Pero con ellos, ¡era todo tan divertido! Miras atrás y no los cambiarías por nada. Los que tenéis hermanos sabéis a lo que me refiero.


TETE

Como si hubiera de verdad una meta,
corre que se las pela en Serrahima,
tan cenutrio, tan afro, tan atleta,
el hermano del que rima.
Como volando en bambas con tachuelas,
con un dorsal que reza Simón dice:
me robó el corazón Pepe Viyuela,
Vomitón y yo felices,
Ed Wood, su abrigo de angora,
Michael Knight y Mitch Buchanan,
la distensión del ahora,
el Athletic de blaugrana.
Como si andar no fuera suficiente,
corre dejando atrás toda tristeza,
toda la retaguardia del valiente,
los calzones, la cabeza.
Como el radiocaset de Mikimoto,
como La Polla Records en tu recto,
un zurullo de coña medio roto,
los silencios del afecto.
“¿Y ahora qué, Bartolomé?”,
pregunta Joaquín Tardido
la tarde que me encontré
Víctor de Fonseca herido.
Como el Equipo A es incansable,
como Els joves, la tele del verano,
como Perturbado, ¡qué entrañable!
Mi cómplice del humor:
mi hermano.

TATA

Lulú con blanco mechón al viento,
cola de caballo del momento
que nos regala
los gritos a diario, la prisa
por la mañana, el beso y la risa
de gugumala.
Cuentos de Tintín entre las tetas;
viendo el Filiprim, comer croquetas
en el sofá;
Oh! Bongònia, Plàstic, Melrose Place,
el pecho duro de Patrick Swayze
sin deslustrar.
En pijama haciendo el vago
el Caqui y Biliboliago.
Jugando a chapas, al Un, Dos, Tres,
hacer el pino y verme al revés
con el vecino.
Musa de joaquines y manolos,
tan tiernos y cercanos, tan cholos,
tan anodinos.
Compartiendo las maletas
y merendando galletas.
Recuerdo Sensación de vivir,
cuando éramos tan ñajos y Scritch
era mi par.
Pumuky el colosal, Heidi y Marco,
al mediodía euforia en nuestro cuarto
y al acostar.
Mi regalo de cada mañana
fue despertar con mi hermana.

8 de enero de 2008

REGALOS DE REYES 1: Papá y Mamá

Cometer la osadía de no volver a casa por Navidad bajo el pretexto de buscar un trabajo que no he encontrado me produjo, finalmente, un mal de conciencia denso y muy molesto. Con la idea de paliar ese llanto interno, se me ocurrió hacer a mi familia un buen regalo. A falta de dinero y medios, opté por escribir un poema dedicado a cada uno de ellos, mandarlo por correo y que lo abrieran junto a los demás regalos el Día de Reyes. Aunque hay quien opina que regalar un poema bordea el límite entre lo que es digno de admiración y lo que es objeto de burla, traté de ponerle todo mi amor y respeto. Estén bien o mal, no soy un poeta. Eso lo sé. Pero tampoco es Dalí el niño que pinta un retrato con plastidecores el Día de la Madre. Y yo, como ya dije, no he dejado de ser un niño, aunque ahora también sea otras cosas. Modestamente, aquí van dos de los poemas. Próximamente, publicaré el resto.


PAPÁ

Papá, anoche soñé mientras lloraba
las huellas de la senda de un pirata,
las broncas de la mama con la tata;
papá, anoche lloré pero no estabas.

Soñé que un elefante en un guateque
bailaba un rock’n’roll a tu manera
y el inspector Clouseau extendía un cheque
a nombre de un actor y una pantera.

Soñé que nuestra vida es un doblaje
grabado en súper-ocho por un triste;
es los Beatles tocando en un garaje
la música de fondo de tus chistes.

Papá, anoche soñé mientras lloraba
que ya no disimula tanto el Mula,
que te pagaba el doble el Patachula;
papá, anoche lloré pero no estabas.

Lloré por no valer como poeta,
porque no es el Athletic campeón,
porque no sé montar en bicicleta,
ni iba en R-5 el temible burlón.

Lloré, he de confesar, no me arrepiento,
la muerte del pequeño de la casa
entre la soledad de un aeropuerto
y el tedio de los años que se pasan.

Papá, anoche soñé mientras lloraba
que no me duelen tanto las verdades,
que nunca has trabajado en Navidades;
papá, anoche lloré pero no estabas.


MAMÁ

Mi mamá me rima en consonante brillo
con el bocata a la hora del recreo,
con la soledad de un mocho en el pasillo,

con los chicles y la bolsa del mareo,
con el glamour de un sostén en cabestrillo,
con un He-Man, un Playmobil y un tebeo.

Encarna de noche, 
esclava del Señor,
no hay reproche 
en las contiendas
con su marido en el coche
que consiga que se entiendan.

Mi mamá me rima besos en la frente
con la sombra de una reina en zapatillas,
con la huelga del cariño de la gente,

con mi cabeza recostada en sus rodillas,
con los cromos de Son Goku, con el Tente,
con su marca de carmín en mis mejillas.

Encarna de todos, 
esclava del Señor,
por los codos 
sufre en vida
de tan malos buenos modos
cada humilde despedida.

Mi mamá, mi primavera, mi guardiana,
mi canción de cuna en pantalón de pana,
mi Colacao con aroma a su mañana.

Encarna me mima, 
esclava del Señor,
me cocina
desde lejos,
un potaje de autoestima,
jarabe para el espejo.

1 de enero de 2008

2008, STEP IN TIME

A la Nunu, a Judith y Cristina. A Elisa y Alessia. A Eva y Pilar. A mi hermana Patri. A la Vane. A la Noe. A María. A Edward. A Álex. Y a todas las demás... y a todos. Y a mi padre.

Faltaban cinco minutos para las doce y yo no tenía deseo. No es nada fácil pedir un deseo. Deseamos demasiadas cosas a la vez como para quedarnos con una. Y yo no quería ser superficial pidiendo éxito, dinero y reconocimiento. Ni quería caer en la ingenuidad de desear la paz en el mundo, pues antes vendría la paz en mi mundo (egoísta yo) que en el mundo entero, que es mucho mundo. Tampoco me convencía lo abstracto, que es como no desear nada, ni lo concreto, pues sabe a poco. Siempre me ha costado tomar decisiones, pero es mucho peor cuando se trata de un deseo. Hay que tener cuidado con lo que deseamos pues, como dijo el sabio, podría hacerse realidad.

WALT DISNEY

En Escocia no se comen uvas por fin de año. En realidad, en ninguna parte, excepto en España y todavía no sé por qué. Spain is different. Si alguien sabe el motivo, que me lo explique, porque llevo dos semanas poniendo cara de idiota cuando me lo preguntan los guiris de por aquí. En Escocia, en vez de empezar el año atragantándote, se empieza con un beso y un deseo. Cuentas atrás a gritos con la multitud y, cuando dan las doce, nada de campanadas: un piquito con alguien para tener suerte en el amor, pides un deseo y entonces: fuegos artificiales.

Ya tenía a quien besar y Edimburgh estaba lista para entrar en 2008. Estaba preciosa. Llena de luces y carruseles de colores. Había dejado de llover y hasta se podía ver alguna estrella. Y yo sin deseo. Pero entonces, mi mente voló como una cometa por entre mis recuerdos. Hacía dos días que había vuelto a ver 'Mary Poppins' en dvd, en casa de Alessia, celebrando la Navidad o algo parecido. Me acordé de las canciones y de Julie Andrews y Bert y los niños. Y el padre de los niños. Y la madre. Me invadieron de nuevo esas ganas de llorar que me invaden siempre que la veo. Como llorar por dentro con una sonrisa. Reír y llorar, que es en verdad lo mismo. Me inundé de esa alegría y cogí a Elisa de la mano y a Sara. Y conté hacia atrás con la gente y pedí que este año sea supercarlifragilisticoexpialidoso.

Deseé que este año sople el viento del Este (por donde sale el sol) y que el paraguas me hable y me lleve volando a todas partes. Deseé pasar la tarde bailando con pingüinos o saltando de chimenea en chimenea sin caer jamás al vacío. Porque con un poco de azúcar pasa mejor la píldora de la soledad y el miedo. Pedí entrar en los cuadros pintados bajo nuestros pies y que los caballitos en los que montamos dejen de dar vueltas y cabalguen libres. Que tomemos el té flotando en el techo. Que quién se muera, se muera de risa. Que voten las feministas. Que nuestros padres dejen de trabajar tanto y canten con nosotros. Cerré los ojos con fuerza y susurré que no le quiten a nadie sus dos peniques; que siga siempre allí sentada la mujer de las palomas y nos sonría; que el corazón no deje de hacernos Bim-Bom-Bam. Deseé honestamente, lo juro, que un huracán se lleve por los aires a todas las niñeras gruñonas de la puerta de nuestras casas y que, para cuando cambie el viento, estemos entretenidos volando una cometa o lo que nos dé la gana. Lo deseé, os lo deseo, al compás de vuestros propios ideales.

Feliz 2008. Espero que aprendamos un montón de cosas juntos este año. Es un placer compartir todo esto con vosotros, los que me leéis y estáis conmigo. Un beso y gracias.